Solidaridad impuesta: boicoteo de actos – cortes de carreteras – ‘invitaciones’ a cerrar

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Solidaridad impuesta: boicoteo de actos – cortes de carreteras – ‘invitaciones’ a cerrar
Viperino
La 'solidaridad impuesta' es aquella que ejerce todo ciudadano que se cree con derecho a protestar jodiendo al prójimo
Solidaridad impuesta

Leyendo, hace unos días, información sobre el boicot al pregón de las fiestas de Pontevedra, llevado a cabo por parte de varios trabajadores de Ence, me vino a la cabeza el término que siempre empleo para estos casos: la ‘solidaridad’ impuesta.

Ninguna de estas personas se ha parado a pensar, que por muy mediático que resulten este tipo de acciones, son incívicas, egoístas e insolidarias con los demás ciudadanos. Tienes que apoyar su causa a la fuerza. ¡Estupendo!

Qué les parece si hoy ellos ‘revientan’ el pregón; mañana los tractores colapsan las carreteras; pasado mañana los taxistas obstruyen el tráfico de la ciudad; otro día los mineros, otro los independentistas; al día siguiente una huelga de no sé que sector, te obligan a cerrar de forma ‘amable’ gracias a los supuestos piquetes informativos… y así podríamos seguir con muchos otros sectores, creencias y colectivos del país.

¿Cómo podría funcionar un país que todo el día se mueve con este tipo de ‘actos solidarios’ impuestos?

Señores. Si quieren mi solidariad, me la piden. No pueden obligarme a pararme en medio de la ciudad o de una autopista. No pueden obligarme a perderme un espectáculo, fiesta o actuación, porque ustedes quieren hacer su reclamo de una forma más llamativa. Si quieren hacer una huelga, están en su derecho. En el mismo, que tengo yo de trabajar.

Vamos a ver si dejamos de joder al prójimo, porque en esa tesitura lo podemos hacer todos, por una razón u otra. ¿Quién podría vivir en una situación tan hostil?

El problema surge cuando te toca a tí. Mientras le toque al vecino de enfrente, no pasa nada. Pero cuando alguno sufre en carne propia esta ‘solidarirad impuesta’ pone el grito en el cielo. Porque le parece injusto lo de los demás y muy justo lo suyo. Lo mío es importante, lo tuyo no. Yo puedo joder al ‘de enfrente’, pero el ‘de enfrente’ a mí no.

Al final va a ser cierto, que «donde las dan, la toman». Que la persona que hoy le fastidia a uno un pregón o una fiesta, mañana pone el grito en el cielo, porque otro colectivo le ha dejado pasar unas cuantas horas metido en su coche en un atasco provocado o en un corte de carretera. O porque, no hay pan pues se han puesto en huelga los panaderos… ¡Qué vicio tenemos con joder al de enfrente cuando uno está jodido!

La pena de estos conflictos son las consecuencias. Lo que en la guerra se denominan daños colaterales. Al final los pagamos todos de una u otra manera.

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